Madrid

Suzanne Nadine Peck estaba estudiando danza en Nueva York cuando se dio cuenta de una cosa que cambió su rumbo. Suzanne descubrió que lo que le interesaba del baile era la música, esa música que ella misma había ido componiendo.

En 1985, Suzanne se presentó al mundo con el apellido de ese padrastro que era tan capaz de pasarse el día tocándole canciones de folk a la guitarra como de dejarla llorando tras tirarle un plato de sopa por la cabeza por cualquier tontería.

Con su homónimo debut, Suzanne Vega demostró que era una artista especial, diferente, algo que ella misma confirmó asaltando la banca dos años después cuando nos contó la historia de Luka, cuando nos llevó al Dinner de Tom o cuando nos susurró los versos de Solitude Standing, el tema que dio título a su segundo disco y a su mayor éxito discográfico, un trabajo que llegó en 1987 y que la consolidó como una estrella diferente.

Esta semana recordamos los inicios de la cantante californiana y lo hacemos de la mano de Fernando Neira y con los reportajes de Lucía Taboada.

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