A sus 82 años, y tres después de despedirse de los escenarios, Joan Manuel Serrat volvió a cantar este sábado en el Teatro Principal de Mahón, ciudad que le ha concedido su Medalla de Oro y donde mantiene casa desde hace cuatro décadas. También es el lugar donde, en su día, esparció las cenizas de su madre, un símbolo emocional que acompañó su regreso.

Durante una hora y cuarto, el noi del Poble-Sec, acompañado por Josep Mas ‘Kitflus’ y el guitarrista David Palau, repasó algunos de los éxitos más emblemáticos de su carrera en un concierto solidario a favor de las misiones humanitarias de la Fundación Clarós, de la que es patrono.

La gala comenzó con una parte lírica a cargo de Rame Lhaj, Marcelina Román, Iryna Zhytynska y Gayane Mnatsakanyan, pero el gran estallido de emoción llegó con Serrat. Las 850 personas que llenaban el teatro se pusieron en pie ante una actuación marcada por la cercanía, la memoria y la fuerza interpretativa.

El cantautor abrió con la ‘Cançó de bressol’, siguió con ‘Cançó de matinada’ y ‘De vez en cuando la vida’, antes de que la reivindicativa ‘Para la libertad’ resonara con especial intensidad pocos días después de recordarse los 50 años de la muerte de Franco.

Con una voz llena de vida, Serrat interpretó ‘Mo’, ‘Mediterráneo’ y ‘Aquellas pequeñas cosas’, antes de tomar la guitarra para enfrentarse a los “hombres de paja” de ‘Algo personal’ y lanzar el mensaje ecologista de ‘Pare’, denunciando que “están matando la tierra”.

El cierre fue pura emoción: ‘Caminante no hay camino’, seguido de las peticiones del público que coreó ‘Paraules d’amor’ y el final definitivo con ‘Me’n vaig a peu’.