Un nuevo estudio publicado en la Revista de Epidemiología y Salud Comunitaria advierte de que la fama podría tener efectos perjudiciales sobre la salud de los cantantes, aumentando su riesgo de mortalidad más allá de los propios desafíos de la profesión musical. El equipo dirigido por Michael Dufner, profesor de psicología en la Universidad de Witten/Herdecke (Alemania), señala que la carrera artística ya es una actividad sometida a un alto nivel de estrés, algo subrayado también por diversos medios especializados.

La investigación analizó la trayectoria vital de 600 intérpretes de Norteamérica y Europa, comparando a artistas célebres con músicos menos conocidos pero de perfil similar. Los resultados muestran que los cantantes famosos viven, de media, unos cuatro años menos que sus homólogos no famosos, con una esperanza de vida de 75,19 años frente a los 79,75 años. Según los autores, ni siquiera los beneficios asociados al éxito —como la estabilidad económica— logran equilibrar esta diferencia.

El estudio apunta a factores como las adicciones, estilos de vida desordenados y el fuerte estrés psicosocial ligado a la exposición pública, donde destacan la presión por rendir, la constante vigilancia mediática y la pérdida de privacidad. Además, los investigadores observan que los artistas solistas presentan un riesgo aún mayor, lo que refuerza la idea de que la fama podría amplificar vulnerabilidades personales preexistentes.

El análisis incluso plantea que esta búsqueda de reconocimiento podría tener raíces en experiencias difíciles de la infancia, lo que reforzaría la necesidad de mayor apoyo psicológico y redes de protección para los artistas más expuestos. Los autores advierten, no obstante, que estos resultados no se deben generalizar a otras figuras públicas: políticos y empresarios, según estudios previos, tienden a vivir más tiempo. Como ironizan los investigadores, si alguien desea dedicarse a la música, quizá lo más saludable sería alcanzar la fama… después de muerto.

Redacción (Agencias).