Más que cualquier otro álbum de Fleetwood Mac, Tusk nace de un tiempo y lugar particular: solo podría haber sido creado después de Rumours, que rompió récords de ventas, lo que a su vez le dio al grupo un cheque en blanco para su próximo álbum.

Pero si se estaban desmoronando durante la realización de Rumours, se rompieron y destrozaron oficialmente durante la realización de Tusk, y esa desconexión entre los miembros de la banda resultó en un álbum doble de 20 pistas extenso, incoherente y absolutamente brillante.

En el momento de su lanzamiento, fue un fracaso, nunca llegó a la cima de las listas y nunca generó un verdadero single, a pesar de dos éxitos Top Ten bien recibidos. Al venir después del monumental Rumours, esto fue una gran decepción, pero la verdad del asunto es que Fleetwood Mac no pudo superar ese éxito sin importar cuánto lo intentara, por lo que fue mejor para ellos darse un capricho y crear algo tan único como Tusk.

Este es el álbum definitivo de la banda: es suave durante largos tramos y luego estalla de par en par en explosiones frenéticas y maníacas, como la tensión creciente en «The Ledge» o la desenfrenada «That’s Enough for Me«, o la paranoia impulsada por la banda de música de la canción principal, todas las cuales se alivian con el trabajo suave y reflexivo de los tres compositores.

Si bien McVie y Nicks contribuyen con algunas canciones excelentes, Buckingham se adueña de este disco con su energía nerviosa y su producción obsesiva, terminando con un disco minuciosamente detallado, pero tremendamente desordenado como ningún otro.

Se trata de una locura generalizada, más disparatada que el ídolo de Buckingham, Brian Wilson, y más extraña que cualquier cantidad de clásicos de culto. Por supuesto, es por eso que fracasó en su lanzamiento original, pero Tusk es una obra vigorizante y extrañamente conmovedora que puede no ser tan universal o inmediata como Rumours.

Redacción

Fotografía · Getty Images