Amaral arrasa en su regreso a Zaragoza con un concierto lleno de energía, emociones y magia.
El Pabellón Príncipe Felipe vibró al ritmo de Amaral, con el público zaragozano como protagonista, cantando y viviendo una noche inolvidable.
Este viernes, Zaragoza vivió una de esas noches que quedarán grabadas en la memoria colectiva de todos los que llenaron el Pabellón Príncipe Felipe para ver a Amaral en su regreso a casa. El cartel de «no hay entradas» colgado a las puertas del recinto reflejaba la energía y la pasión de la ciudad hacia sus ídolos, Eva Amaral y Juan Aguirre. La banda, una de las más queridas y representativas de la región, hizo vibrar el estadio desde el primer acorde, dejando claro que, cuando tocan en casa, la conexión es única.
El concierto arrancó con ‘Dolce Vita’, el himno que pide a los oyentes ser recordados «disfrutando de una vida relajada, placentera y siempre radiante». Y, efectivamente, eso fue lo que ofrecieron en todo momento: una experiencia llena de energía positiva y de la auténtica esencia de Amaral. Las canciones de su repertorio, como ‘Eso que te vuela la cabeza’, ‘Tal y como soy’ o ‘Mares igual que tú’, sonaron con la misma fuerza y frescura que cuando fueron lanzadas, mientras el público no paraba de cantar y de llenar de vibraciones el espacio.
La sorpresa de la noche llegó con la aparición de Juanjo Bona, el cantante de Magallón y cuarto finalista de Operación Triunfo, quien subió al escenario para crear una auténtica explosión maña con ‘Toda la noche en la calle’. El momento, lleno de complicidad y alegría, demostró que la música tiene el poder de unir, de generar esos momentos mágicos que solo ocurren cuando los artistas y el público están completamente conectados.
Entre los temas más emocionales, Juan Aguirre recordó que ‘Tardes’ fue escrita en las calles zaragozanas, entre Duquesa Villahermosa y Avenida Valencia, un guiño a los locales que hizo que el público se sintiera aún más cerca de la banda. Con un repertorio que recorrió sus discos más emblemáticos, como ‘Rompehielos’, ‘Ruido’ o ‘Libre’, Amaral regaló un viaje sonoro que fue, a la vez, una oda a la belleza de la vida y un homenaje a la ciudad que los vio nacer.
Uno de los momentos más especiales de la noche fue cuando el público se entregó por completo con canciones como ‘Kamikaze’, ‘Moriría por vos’, ‘Días de verano’ y ‘Sin ti no soy nada’, que hicieron estallar una explosión de emociones. En todo momento, las voces del público fueron tan fuertes como las de los propios Amaral, creando una atmósfera única, de esas que solo se dan cuando la música se convierte en un vehículo para expresar sentimientos compartidos.
Antes de finalizar, no podían faltar temas que elevaron aún más la intensidad de la noche, como ‘Viernes santo’ y ‘Podría haber sido yo’, con el público cantando con ojos brillantes, dejándose llevar por la magia del momento. Y cuando llegó la hora de poner el broche final, ‘Pájaros’, ‘Salir corriendo’, ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’ y ‘Ahí estás’ pusieron la guinda a un espectáculo que dejó a todos con ganas de más.
Aunque la noche llegó a su fin, el espectáculo no terminó para Amaral ni para Zaragoza, ya que este sábado repiten en el Pabellón Príncipe Felipe ante un público que, al igual que el viernes, llenará el recinto para seguir vibrando con su música. En definitiva, una noche mágica donde no solo se escuchó la música de Amaral, sino también el latido de una ciudad entera que nunca deja de recordar a los suyos.
Redacción (Agencias).
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